La frase que da título a este artículo es una de las más famosas máximas que nos legó Sun Tzu y que están recogidas en las enseñanzas de la que es considerada una obra fundamental en la estrategia, y que es, convenientemente, conocida bajo el nombre de El Arte de la Guerra, y que es la colección de ensayos sobre el tema (la estrategia) más antiguo que se conoce. Pues considero que sería un agravio empezar un blog sobre los rincones de lo bélico y no empezar recordando ésta gran obra que con el paso del tiempo ha ido extendiéndose más allá de lo estrictamente militar hasta convertirse en una obra de referencia en el campo mercantil, empresarial e incluso personal. Con este precedente no es de extrañar que a las naciones de Extremo Oriente se les conozca en ciertos círculos como culturas de estrategia.
La obra de Sun Tzu nos llegó por primera vez a Europa en el periodo inmediatamente anterior a la Revolución Francesa, en el ocaso del Antiguo Régimen francés, en forma de una compacta traducción realizada por el sacerdote jesuita J.J. M. Amiot. En las diversas traducciones que se han hecho desde entonces, se nombra ocasionalmente al autor como Sun-Wu o Sun Tzi, aunque Sun Tzu es el que ha pasado como universalmente conocido y aceptado. Pero antes de bucear en su obra, ¿quién fue Sun Tzu? ¿Qué conocemos de él?
Según las referencia, Sun Tzu, procedía de la región de Ch’i, aunque su vida se la sitúa posteriormente en Wu (y por eso algunos le llaman Sun Tzi, malformación de Ch’i, o Sun Wu), gracias a su libro sobre el arte de la guerra (referenciado no como El Arte de la Guerra, sino como “Los Trece Capítulos” por la bibliografía histórica) donde cuenta la historia y en parte el mito, que obtuvo una audiencia con Ho Lu, Rey de Wu.
Una de las fuentes sobre la vida de Sun Tzu es la biografía escrita en el siglo II por el historiador Sima Q’ian, quien le describió como un general que vivió en el estado de Wu en el siglo VI adC. Sin embargo, la biografía no es consistente con otras fuentes del período y la forma y contenido del libro indican que posiblemente fuese escrito entre 400 adC y 320 adC, lo que no nos permite una fiabilidad sólida.
Su obra, a la que por comodidad denominaremos El Arte de la Guerra, es también controvertida respecto a su datación. En su Shih Chi, Su-Ma-Ch’ien recoge la biografía de Sun Tzu y sitúa el momento en que se escribieron los llamados los “Trece Capítulos”, aproximadamente hacia el año 500 antes de nuestra era. Ya en el Siglo XI, Yeh Cheng Tsé ponía en duda la veracidad de la propia biografía de Sun Tzu y afirmaba que “El Arte de la Guerra” no era sino “una invención de sofistas tramposos” de la época de los Reinos Combatientes (481-221 a. J.C.).
En apoyo de su tesis menciona el hecho de que Tso Ch’iu Ming, en sus Anales de la Primavera y el Otoño, que comprende la época que va desde 771 al 481 a. J.C., no hace alusión alguna a Sun Tzu como General del Estado de Wu bajo el reinado de Ho Lu, tal y como pretende Su-Ma-Ch’ien.
Mei Yao Ch’en (1002-1060 d. J.C.) uno de los comentaristas de Los trece capítulos, afirma rotundamente que estos son “una recopilación de teorías de la época de los Reinos Combatientes, durante la cual todo el mundo se esforzaba en demostrar más ingenio que el vecino”.
Específicamente sobre El Arte de la Guerra, reafirmando su autoría y la vida misma de Sun Tzu, es que en el texto no se menciona a las tropas de caballería. Esta fue incorporada al ejército hasta el año 320 a. J.C.. Es lógico pensar que, de haberla conocido, la habría tratado con el mismo detalle que dedica al resto de los componentes del ejército. Por consiguiente, los “Trece capítulos” fueron escritos antes del 320 a. J.C., fecha en la que Wu Ling, rey de Chao, introdujo las escuadras de caballería en el ejército. Se piensa que dio lugar a la Dinastía Sun, de los que saldrían miembros como Sun Quan (Emperador de Wu) o Sun Jian (Padre de Sun Quan y héroe de guerra).
Sin embargo, a pesar de que no podemos tener una completa fiabilidad sobre la vida, o incluso la existencia de Sun Tzu, yo prefiero pensar que realmente existió, y que nos legó esta obra recomendable para todos. Y a esa nos referiremos ahora, puesto, ¿qué es El Arte de la Guerra?
La obra muestra la inteligencia y la frescura de los ensayos de Sun Tzu para las empresas militares, en campaña, batalla, antes y después de un conflicto armado. Hay fuentes que consideran que la unión de los Trece Capítulos de la obra fueron compilados en el mismo tomo por un supuesto descendiente de Sun Tzu llamado Sun Pin; sea eso cierto o no, los Trece Capítulos que se atribuyen habitualmente a El Arte de la Guerra se compilan, casi siempre, de la siguiente forma:
Capítulo 1: Evaluaciones estratégicas
Capítulo 2: El combate
Capítulo 3: Plan para el asedio
Capítulo 4: La formación
Capítulo 5: La fuerza
Capítulo 6: Vacuidad y plenitud
Capítulo 7: Lucha armada
Capítulo 8: Adaptaciones
Capítulo 9: En maniobras con el ejército
Capítulo 10: El terreno
Capítulo 11: Nueve terrenos
Capítulo 12: Ataque de fuego
Capítulo 13: Sobre el uso de espías
Los trece artículos sobre el arte de la guerra constituyen el más antiguo de los tratados conocidos sobre esta materia, pero según muchos teóricos nunca ha sido superado en amplitud y profundidad de conceptos. Puede muy bien considerarse la esencia concentrada de la sabiduría en lo referente a la conducción de la guerra. Buscando entre los teóricos militares del pasado, sólo podría hallarse en Clausewitz al único capaz, en cierto modo, de compararse a Sun Tzu, y por tanto, será conveniente en alguna ocasión hablar también del alemán.
En ella Sun Tzu explica al detalle los preparativos previos a la guerra: estrategias de engaño, disposición de las tropas en el campo de batalla, armamento necesario, carros de combate, etc. Se nota el vacío que la caballería, que aún no era usada en la época de la creación de la obra, deja en sus tácticas, y sin embargo sus máximas han sido válidas para todas las guerras que la Historia ha engendrado.
Uno de los puntos fundamentales de la obra de Sun Tzu nos explica cómo poder llegar a vencer al enemigo sin tener que desempeñarse al enfrentamiento cara a cara: simplemente imponiendo una moral dominante, infundiendo el miedo al enemigo para así poder vencer sin llegar a la batalla, tácticas que los hunos de Atila, y siglos más tarde, Gengis Khan y sus sucesores emplearon con gran efectividad.
Todas estas reflexiones tuvieron, y tienen, una gran influencia en nuestra vida cotidiana.
Las ideas de Sun Tzu se extendieron por el resto de Asia hasta llegar a Japón y a la India, aunque fue en el país japonés donde tuvo mayor influencia su obra fuera de China, ya que los japoneses adoptaron rápidamente estas enseñanzas y, posiblemente, añadieron algunas de su propia cosecha. Uno de los más famosos libros japoneses enmarcados dentro de las enseñanzas militares, El libro de los Cinco Anillos, está influido por la filosofía de Sun Tzu, ya que su autor, Miyamoto Mushashi, estudió el tratado de el Arte de la Guerra durante su formación como Samurai, aunque de la figura de Musáis trataremos en otra ocasión.
Hoy en día, como antes habíamos comentado, la filosofía del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente militares, aplicándose, especialmente en los Dragones Asiáticos, China y Japón, a los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso el comportamiento personal. Incluso fuera de Oriente, hoy en día, no sólo la obra de Sun Tzu se sigue estudiando en Escuelas de Oficiales de los ejércitos del mundo, sino que muchas frases clave de los manuales modernos de gestión de empresas, son citas casi literales de la obra de Sun Tzu cambiando, por ejemplo, “ejército” por “empresa”, o “armamento” por “recursos”, por citar tan sólo dos ejemplos.
Proféticas palabras las de Sun Tzu, cuando escribía: “en esencia, el Arte de la Guerra es el Arte de la Vida.”